"Llegaron a Cafarnaún y, ya en casa les preguntó: - ¿De qué hablaban por el camino? Se quedaron callados, porque por el camino había estado discutiendo quién era el más importante. Se sentó, llamó a los Doce, y les dijo: - El que quiera ser el primero, que se haga el último y el servidor de todos" (Mc 9, 33-35).
domingo, 17 de octubre de 2021
miércoles, 4 de agosto de 2021
jueves, 22 de julio de 2021
Ritos antiguos y ritos nuevos en la Iglesia Católica
En la historia de la Iglesia los ritos no han sido estáticos, se han ido adaptando a las necesidades y condiciones de los tiempos… Es probable que en el primer siglo no había ritos de la Eucaristía tan elaborados y estructurados como los que tenemos hoy. Celebraban a partir de la experiencia y del mandato de Jesús: “Tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: «Tomen, coman, éste es mi cuerpo». Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: «Beban de ella todos, porque ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados»”…
Después, poco a poco se fue configurando el esquema de la
Santa Misa. Pero lo importante es el significado del rito y, por tanto, el
compromiso de vida cristiana que de él se deriva y no el rito en sí mismo. Pues
lo central del cristianismo es el amor, que se manifiesta en acciones concretas
de caridad: “amor son obras y no buenas razones”, dice el adagio. Jesús nos lo
deja como distintivo: “En esto conocerán todos que ustedes son mis discípulos,
en el amor que se tengan unos a otros” (Jn 13, 35).
Hoy estamos discutiendo al interno de la Iglesia sobre la
validez de los ritos de la Santa Misa anteriores al Concilio Vaticano II… En mi
entender en su momento fueron válidos, pero hoy, algunos de ellos han quedado
en el pasado, podríamos decir, “superados”... Sin embargo, el sacramento de la
Eucaristía sigue siendo el mismo: Cristo, Pan de Vida eterna (cfr Jn 6, 35). Por
otra parte, aquí prevalece aquello de que “lo que ates en la tierra quedará
atado en el cielo…” (Mt 16, 19). Si la autoridad de la Iglesia nos indica: “por
aquí es el camino”, esto es: “este es el rito propio de la Eucaristía en
nuestros tiempos”, pues estamos llamados a la obediencia. ¿O nos ganará la
soberbia?...
¿Qué fue lo que hizo
santos a los Santos? ¿Acaso los ritos en los que participaron? Más bien, se
santificaron al manifestar su fe mediante sus actos de caridad. Podemos
enumerar a muchos de ellos. Baste con San Esteban (Diácono), San Pablo, San
Francisco, Santa Teresa de Calcuta…
Hoy, quienes quieren los ritos de la Santa Misa anteriores,
o quienes quieren los posteriores al Concilio Vaticano II, por igual estamos
llamados a la santidad. Lo importante es la actitud cristiana en cada uno de
nosotros, un rito u otro rito no nos hace más católicos. Los santos –como ya se
dijo- no han sido canonizados por cumplir rúbricas o por participar en cierto
rito, lo han sido por manifestar su fe en actos de caridad… Cabe preguntarme:
¿Lo estoy haciendo yo?...
De manera que hay que revisar la relación entre Eucaristía y
vida. Si la Eucaristía nos lleva al compromiso del amor, vale. Si el compromiso
del amor nos lleva a la Eucaristía, vale. Si la Eucaristía, -en cualquier rito-,
nos lleva a evadirnos de la realidad, entonces nos quita una parte de esa
vivencia de nuestra fe por medio de los actos de caridad… Y esto no se vale.
Jesús, en su tiempo usó túnica y manto, pongámonos nosotros
las ropas de nuestra época, pero, igual que lo hizo Él, lavémonos los pies unos
a otros (cfr Jn 13, 1-17). Manifestemos nuestra fe a través de los actos de
caridad en nuestra vida… Que brillemos por nuestros actos de caridad, no por
las rúbricas o por los ritos en los que participamos…
Entonces, alimentándonos del Cuerpo de Cristo en la
Eucaristía, como la Iglesia lo propone en nuestros tiempos, vayamos a vivir
nuestra fe en los actos de caridad… Eso es lo que el mundo necesita que le
manifestemos… Ya tenemos suficiente campo de batalla con luchar contra la “mundanidad
del mundo”. Esforcémonos en ser auténticos cristianos… Que la paz del Señor
esté con todos.
jueves, 17 de junio de 2021
Ha partido a la casa del Padre el Diácono permanente Marco Vinicio Vargas Aragonés
El hermano Diác. Marco Vinicio fue de la primera generación de Diáconos permanentes ordenados en la Arquidiócesis de San José el 9 de agosto del 2014.
Antes de ser ordenado laboró en el Ministerio de Educación
Pública como Asesor Nacional de Matemáticas, donde su aporte a la educación fue
fecundo y ejemplar.
Una vez ordenado, colaboró con otros Diáconos en la Diaconía
Universitaria, llevando el Evangelio a diversos espacios universitarios, tanto
en universidades públicas como privadas. Su acción evangelizadora en esta
Diaconía alcanzó a grupos de personal docente, administrativo y estudiantes.
Siempre apoyado por su señora esposa Susana Mercedes Zúñiga Rodríguez.
En los últimos años la salud de nuestro hermano diácono
Marco Vinicio se vio quebrantada por un cáncer que, pese a los tratamientos,
poco a poco fue desgastándolo, hasta que partió a la casa del Padre el sábado
12 de junio del 2021, a eso de las 11:00 pm, rodeado de su esposa, sus hijos y
otros familiares.
Durante el domingo 13 de junio se veló su cuerpo en el
templo de la parroquia San Antonio de Padua, ubicada en el Cantón Vázquez de
Coronado, de la Provincia de San José, y que es territorio comprendido dentro
de la Arquidiócesis de San José. En esta parroquia fue donde estuvo asignado.
Sus funerales se realizaron el lunes 14 de junio, a las
11:00 am en la parroquia San Isidro Labrador, (ubicada en el mismo cantón), la
cual cuenta con más espacio para dar oportunidad de mayor participación de
fieles, guardando los protocolos dictados por el Ministerio de Salud, debido a
la pandemia por la que estamos pasando.
En su despedida estuvieron presentes casi todos los Diáconos
permanentes de la Arquidiócesis de San José y otros miembros del clero. La Misa
fue presidida por Mons. José Rafael Quirós Quirós y concelebrada por su Obispo
Auxiliar Mons. Daniel Francisco Blanco Méndez, el párroco, Pbro. Reiner Fabián
Castro Flores, el Delegado para el Diaconado permanente, Pbro. Manuel Enrique
Chavarría Estrada y otros.